“Cada mañana el sol nos dice:
“Abandona tus pensamientos y tus sentimientos egoístas, aprende a abrirte, a irradiar, a iluminar y a calentar a todas las criaturas”. Y no temas empobrecerte, al contrario, porque existe una ley cósmica, según la cual, cuánto más das, más recibes. No hay vacío en el universo: en cuanto se produce un vacío, inmediatamente algo viene a llenarlo. Esta ley actúa en todos los planos, y si lo que das es radiante, luminoso, benéfico, por ley de afinidad que entra también en acción, recibes, por otra parte, elementos de la misma calidad, de la misma quintaesencia luminosa y radiante”, O. M. Aïvanhov
El Sol es un increíble Maestro de la Naturaleza. Da. Siempre da. Radiante. Generoso. Da porque es su naturaleza y no la discute; no se resiste como a menudo los humanos nos resistimos a dar aquello que brilla en nuestro interior. Cuando no fluímos con lo que realmente Somos, dejamos de brillar. Cuando nos juzgamos, ya sea a nosotros mismos como a otros o a las circunstancias, dejamos de fluir con la Vida, con la Inteligencia, con la Naturaleza…y nuestro brillo queda atrapado bajo las murallas del ego. Pero el Sol siempre estará ahí para recordarnos, sin palabras, que cuanto más soltemos nuestros juicios, menos entorpeceremos la conexión con Aquello que ya Somos y, sin pretenderlo, nos encontraremos como Él, irradiando nuestra luz allá donde estemos. Y, como nuestro Sol que, en su largo dar ha hecho posible la vida misma y la infinitud de bellas e increíbles criaturas que habitan nuestro planeta, así mismo nosotros, cuando irradiamos nuestra luz, damos más vida a la Vida misma.
La Vida es Luz. Somos Luz.
Sonríeme y alumbrarás mi camino. Te sonreiré y alumbraré el tuyo…
